Una y otra vez, en entrevistas periodísticas y en reuniones, escucho que muchos piensan que es imposible revertir el resultado de las PASO y llegar al ballotage.  

Pero eso no es lo que yo siento, ni lo que yo pienso, y tampoco es lo que me dicen muchísimos argentinos en la calle.

Además, ante cada “no se puede”, se me vienen a la mente todas las veces que nos dijeron que algo era imposible de hacer en estos años y que, con esfuerzo y trabajo en equipo, hicimos realidad.

Nos pasó, cuando estábamos en la Ciudad, con el Metrobus, con las bicisendas, con las obras para evitar inundaciones. Y hasta con la gobernabilidad: “no se puede gobernar con minoría en la Legislatura”, nos decían. Y sí, se pudo. Y transformamos y desarrollamos la Ciudad como nunca antes.

Cuando llegamos al Gobierno Nacional nos pasó lo mismo, por ejemplo, con los trenes de carga: dijimos que íbamos a recuperarlos y a hacerlos crecer de nuevo. Y en agosto de este año transportaron 624.064 toneladas, una cifra que no se alcanzó nunca desde que se tienen registros y que es el triple de lo transportado en el mismo mes de 2015.

Y se pudo gracias a que renovamos más de 800 kilómetros de vías, a que incorporamos 107 nuevas locomotoras y 3.500 nuevos vagones. Trenes que hoy van a buscar la producción de 11 provincias y la llevan a los puertos para enviarlas al mundo en sólo siete días cuando antes el trayecto demoraba 15, más del doble.

“No se puede”, sonó también cuando decidimos mejorar el transporte público de pasajeros y la seguridad de las personas que todos los días lo usan para moverse. Y ya instalamos el sistema de frenos automáticos en 42 trenes del Área Metropolitana, para fin de 2019 vamos a tener 27.200 cámaras de seguridad en red ferroviaria, estaciones y colectivos, y creamos una línea de apoyo a víctimas de acoso.

También construimos tres viaductos después de 100 años en la Ciudad de Buenos Aires. Era “imposible”, pero los hicimos y también mejoramos 300 kilómetros de vías e hicimos a nuevo el sistema eléctrico de las líneas Mitre y Sarmiento después de casi un siglo en servicio.

La misma frase se escuchó cuando quisimos crear Red Sube para las personas que más usan el transporte público. Y hoy, 6 de cada 10 pasajeros que combinan distintos medios de transporte tienen descuentos que llegan al 75% de la tarifa.

Ni hablar cuando dijimos que queríamos crear un sistema predictivo para que las personas sepan cuándo llega el próximo colectivo a la parada. Era “imposible”. Y hoy está funcionando en 12.738 unidades de 226 líneas del AMBA.

Y cuando decidimos duplicar la cantidad de autopistas que se habían construido en los últimos 65 años en el país. Y cuando dijimos que íbamos a renovar 20.000 kilómetros de rutas de la Argentina, más anchas, mejor señalizadas y más seguras.

También cuando dijimos que teníamos que recuperar nuestra hidrovía, nuestros puertos, y sacar a las mafias que se los habían apropiado. Y cuando nos propusimos combatir al narcotráfico. Siempre “no se puede”. Y se pudo.

Por eso, cuando escucho que “no se puede” dar vuelta el resultado de una elección primaria. O que un Gobierno no-peronista “no puede” completar un mandato. O que “no se puede” vivir en un país federal, con instituciones sanas. O que “no se puede” impulsar la cultura del trabajo. O que “no se puede” vivir mejor. Con cada “no se puede” se me viene a la cabeza la misma frase que venimos repitiendo una y otra vez desde el 2015: “sí, se puede”; porque sí, pudimos hacer muchísimas cosas; y sí, podemos.

Esta frase está llena de hechos de la realidad que nos demuestran, una y otra vez, eso que Mauricio jamás se va a cansar de repetirnos: juntos, tirando del mismo carro y para el mismo lado, lo único que “no se puede” es detenernos. Porque los argentinos, cuando estamos unidos, somos imparables.