Esta semana estuve en Panamá participando de Alta, un foro que reúne a toda la industria aérea, que tanto está creciendo en el país y que tanto empleo genera. Recibimos un reconocimiento por nuestro trabajo para que cada vez sean más los argentinos que vuelan en avión, porque lo encuentran más conveniente, más económico. Y digo “recibimos” en plural porque es todo un equipo el que está haciendo esto posible, compuesto por cientos de personas con el mismo sueño, hacer una Argentina en que sea posible aprovechar nuestro potencial.

Al asumir en el 2015, la aviación argentina estaba congelada. Durante 12 años no surgió ninguna empresa argentina nueva y sólo existían obstáculos para el que quisiese emprender en este sector. Eran oportunidades que se perdían en el país. Pero cambiamos y hoy hay cuatro nuevas líneas aéreas argentinas: Avianca, FlyBondi, Norwegian Argentina y LASA. Es trabajo argentino: todas ellas cuentan con tripulación y mecánicos locales, con aviones matriculados en Argentina y que se reparan en talleres de acá. Cada nuevo avión que llega al país implica 60 empleos directos nuevos y otros tantos indirectos. Y hoy hay entre todas las líneas aéreas nacionales 25 aviones más que en el 2015. Por eso, en la actualidad con nuevas rutas, más frecuencias y pasajes más económicos vuelan 40% más pasajeros que en el 2015. Y muchos de ellos son personas que lo hacen por primera vez, que nunca se habían acercado a la emoción de un despegue o un aterrizaje.

Pero no son sólo oportunidades para quienes ingresan a trabajar en una línea aérea. Cuando una nueva ciudad está conectada, esto repercute positivamente en toda la provincia. Significa que llegan turistas que antes no llegaban, que tendrá más trabajo el artesano que vende su obra en una feria de Salta, el remisero que lleva turistas al aeropuerto, el dueño de una hostería, el guía turístico, todos los que trabajan alrededor del turismo. Hoy Argentina está más cerca de esos turistas internacionales que quieren visitarnos. Voy a ilustrarlo con un caso que me contaron durante mi visita a Panamá. Hace unos años un panameño que quería venir a Mendoza debía tomarse un vuelo que probablemente hiciera una primera escala en Miami, una segunda escala en Santiago de Chile y luego de varios trasbordos y espera, otro vuelo de la capital chilena hacia Mendoza. Quizá sumando todas las esperas en escalas tardase más de 20 horas en llegar. Hoy en cambio hay un vuelo directo entre Panamá y Mendoza que tarda un poco más que 6 horas.

Pero además con más vuelos a las provincias (lo que significa más bodegas para cargar producción) y mejoras en los aeropuertos, se han generado oportunidades de exportación aérea para muchos productores regionales que antes no las tenían. Especialmente productos delicados que requieren tiempos logísticos más cortos como los arándanos, el salmón o las frutas finas. Esto es la oportunidad para facilitar la exportación y generar más trabajo.

Estamos mostrando que cuando un sector crece, genera oportunidades para otros sectores y que se trata entonces de contribuir a este círculo virtuoso que genera trabajo y desarrollo.