“Impresionante”, “una belleza”, “algo impensado”, “es increíble que esto pase en Argentina”. Son algunas frases que me quedaron dando vueltas en la cabeza y que me dijeron las personas que se acercaron a la fiesta del Paseo del Bajo. 80 mil vecinos que estuvieron esa tarde disfrutando de las actividades que organizamos junto a la Ciudad. Frases que, en lo personal, me sirvieron para sentir de primera mano la esperanza y el orgullo que estas obras generan en muchísimos argentinos.
Porque, como dijo Mauricio en la inauguración, ese pavimento por el que ahora pasan los camiones, los colectivos de larga distancia, es real, está bien hecho y va a durar muchísimos años. Y, sobre todo, le va a cambiar la vida a millones de personas.
Como a ese chofer de Posadas, que viene trayendo productos desde allá, que hace 1.000 kilómetros y que, para entrar al puerto, antes podía llegar a tardar hasta tres o cuatro horas y que, desde el lunes pasado, lo hace en ocho minutos. ¡Sí! en ocho minutos.
Como a los choferes y los pasajeros de los micros de larga distancia, que antes perdían horas en este trayecto para salir o entrar de la Ciudad. A los vecinos de la zona, que tenían que convivir con los camiones y los colectivos circulando por Madero. A la gente que viene todos los días del Conurbano, que ahora ya no va a necesitar salir con un montón de anticipación para llegar en horario a trabajar o estudiar.
Cambios profundos que son posibles porque hoy somos parte de un mismo equipo, Nación, Ciudad y Provincia. Un equipo que está haciendo obras que nunca antes se hicieron. Pensemos que este Paseo del Bajo se esperó más de 50 años. 50 años de distintos proyectos, de licitaciones, de relicitaciones, de promesas incumplidas, de relato. Y nosotros, en menos de 2 años y medio, lo terminamos. El Paseo del Bajo ya existe, es una realidad.
Y eso es cambiar en serio. Empezar a hacer las cosas importantes, las que nos permiten crecer. Es demostrarnos a nosotros mismos todo lo que podemos hacer los argentinos cuando trabajamos juntos, cuando tenemos un objetivo claro, como esta obra impresionante.
Una obra que nos confirma que estamos en el camino correcto, el de los cambios profundos, el de las obras que no siempre se ven pero son necesarias. Lo que estamos haciendo es para siempre, para nosotros, para nuestras familias, para las generaciones que vienen. Sigamos transitando este camino juntos porque así vamos a construir una Argentina que, como el Paseo del Bajo, nos haga sentir orgullosos.