Acabo de terminar los 10k de las fiestas mayas. Una carrera tradicional que se corre todos los 25 de Mayo, enmarcada este año dentro de las celebraciones del bicentenario. Participaron casi 10.000 personas, una gran fiesta del deporte.


Mientras corría empujando el carrito que llevaba a mi hijo de 3 anos, quien me acompañó en esta nueva experiencia, reflexionaba ante la magia de correr recorriendo mi propia experiencia…cómo ejercitamos la cabeza para superar adversidades, ahí, cuando te faltan algunos Km. o algunos metros, y todo tu cuerpo te dice basta, pero luchas con tu cabeza para apurar el paso, empujando las piernas para adelante, regulando la respiración, levantando la cabeza, los hombros. Y ves que la cabeza, que a veces juega un partido a favor y otras en contra, podes orientarla hacia la imagen de pasar el arco, y el aire aparece, las piernas se recuperan, y el paso se acelera.


Y seguía pensando como este deporte nos une a todos en un encuentro donde sólo se necesitan unas zapatillas, un pantaloncito y una remera, y que además es posible compartirlo con tus hijos. En mi caso, entreno con mis dos hijos llevándolos en un carro desde que tenían meses de nacido.

Guillin, el mas grande, me acompañó en interminables entrenamientos de hasta 3 horas cuando entrenaba para el ironman. Ahora es Hansy quien está a mi lado cada vez que salgo, corremos juntos las carreras, se siente un corredor más.


Correr no solo te ayuda a tener la cabeza limpia de preocupaciones, sino que te empuja a alimentarte mejor, mas ordenado. El equilibrio cuerpo, espíritu y mente lo siento intensamente cuando acelero el paso hacia la meta que se aproxima. Esta armonía ayuda a no detenerse ni siquiera un segundo, ni pensar en frenarte, y no dar un paso más.

La sensación de llegar a la meta, y no importa si llegaste en 30, 40, 50 o 60 minutos, es tan fuerte como la conquista de la cima de una montaña.


Corramos.