El viernes se inauguró la mano a Provincia del viaducto de Puente La Noria y observé entre la gente verdaderos rostros de felicidad. Era tal la emoción que me acerqué a conocer sus pensamientos. Y recibía una y otra vez el mismo comentario. Antes de la obra, esa rotonda problemática era un verdadero caos vehicular y en hora pico los autos podían tardar 1 hora para atravesar 800 metros y pasar a Capital. Sí, leyeron bien: UNA HORA. Son 75.000 conductores los que circulan a diario por ese tramo, sumado a los 61.000 personas que se mueven en colectivo. ¿Por qué naturalizar una situación que es inaceptable? ¿Por qué conformarse con decir “bueno, me llevo el café y las medialunas dentro del auto porque ya sé que tengo para largo”? [lightbox link=»http://www.guillodietrich.com/wp-content/uploads/2017/05/La-Noria-1.jpg» thumb=»http://www.guillodietrich.com/wp-content/uploads/2017/05/La-Noria-1-472×295.jpg» width=»472″ align=»right» title=»La Noria 1″ frame=»true» icon=»image»]

Esta semana quedó completa la mano a Provincia, en septiembre estará lista la mano a Capital e inaugurado todo el viaducto. ¿Saben cuánto tiempo se va a ahorrar una persona para atravesar ese puente? 40 minutos. 40 de ida y 40 de vuelta, significa que en un día una persona se va a ahorrar casi una hora y media que antes pasaba dentro de un vehículo. Es el tiempo que dura una película de dibujos animados para ver con tu hijo, o dos episodios de la serie favorita de tu pareja, o el partido de tu equipo que seguís con amigos. Eso hacen las obras: le entregan a la persona tiempo de vida. Para que disfrute o aproveche de la forma que más quiera. Eso es el viaducto del Puente La Noria.
Nosotros venimos a hacer. A conseguir que los anhelos de la población se concreten. Esta construcción había sido planeada en el 2012 y adjudicada en el 2013. No obstante, como ocurre con tantas otras construcciones, fue al poco tiempo abandonada y luego retomada a ritmo muy lento, casi inexistente. La obra estaría todavía juntando polvo y materiales si no nos hubiéramos hecho cargo. Por eso un vecino del barrio que confía que todo va a quedar más ordenado y seguro nos decía textual: “Yo no soy ni macrista ni kirchnerista, soy realista. Un año y medio estuvo la obra parada y no hicieron nada. No me lo contó nadie, yo lo vi”.

Creemos en el valor de la palabra, en que las obras hay que hacerlas en tiempo y forma y no pueden detenerse por desmanejos administrativos, falta de controles, falta de voluntad o mezquindades políticas como ocurría en el pasado.

Y este es el resultado: un trabajador va a poder volver antes a su hogar cuando sale exhausto del trabajo, para pasar un rato más con su familia. Para eso hacemos política, para mejorar la vida de la gente.