Poco después de las 14, las once líneas de colectivo que circulaban por Bernardo de Irigoyen/Carlos Pellegrini, Cerrito/Lima, Maipú, Esmeralda y Suipacha empezaron a usar el corredor de carriles exclusivos que transformó la 9 de Julio. Según las mediciones , el tiempo de viaje para los 200 mil pasajeros que usan esas líneas se redujo de unos 40 minutos a entre 15 y 17. La obra, que comenzó en enero, recibió críticas de la oposición y de organizaciones que buscaban preservar el patrimonio histórico y el arbolado (de los 305 ejemplares que se quitaron muchos fueron “mudados” a plazoletas laterales y sumaron otros 550).

La inauguración tuvo lugar al mediodía en la estación Teatro Colón. “Quiero arrancar agradeciendo a los vecinos que nos bancaron una vez más porque las obras traen problemas”, dijo Mauricio Macri, y habló de una “transformación histórica” para el transporte. Prometió ampliar el sistema a otras avenidas de la Ciudad y pidió que se extienda al Conurbano, para “mejorarle la vida a miles de personas de la zona Oeste, ya que los trenes últimamente no han dado muchas alegrías”.

En las 17 estaciones se mezclaban curiosos y pasajeros que trataban de orientarse con la ayuda de promotores y agentes. La imagen de los colectivos avanzando en dirección contraria al tránsito sorprendía a más de uno. “Es raro, pero te acostumbrás. Para los que esperábamos sobre Maipú, apretados en las veredas y con los autos encima, es otra cosa”, comparaba Jorge, empleado administrativo. Marisa no estaba tan contenta: “Antes lo tomaba en la esquina de mi oficina y ahora tengo que caminar cuatro cuadras”.

Sobre el colectivo, la primera diferencia es un andar más fluido, sin el tironeo de las frenadas bruscas por la “interferencia” de otros colectivos, taxis, bicis, motos o peatones que se cruzan. La circulación se frena un poco a la altura del Obelisco, donde el corredor se reduce a un carril por mano y detrás de los semáforos de Lavalle y Sarmiento se acumulan las unidades que paran en las estaciones Obelisco Norte y Sur.

“Pensé que iba a ser un drama y sin embargo, tengo que decir que está bueno”, reconoce Beatriz mientras espera al 59 en la estación Venezuela. “Estaba usando el subte porque esperar el colectivo en la calle se había puesto feo”, agrega antes de bajar en la estación Paraguay. Además de asientos y reparo, en todo el corredor hay Wi-Fi. Solange y Martina comentan las ventajas del andén a nivel del escalón, que facilita el ascenso. “Ahora nos conviene tomar el 10 en lugar del 59, subimos en el mismo lugar y para más cerca de Viamonte”, dicen.

A bordo del 100, una mujer comenta la novedad con su pareja: “Pensaba que era una línea nueva que iba de Constitución a Retiro. Lástima que lo que ahorrás acá lo perdés en el puente (Pueyrredón). Bueno, igual ganás unos minutos”, concede. Lo confirma Pablo, que tomó el 17 a las 15.25 en Montes de Oca al 100, y tardó 20 minutos en llegar a 9 de Julio y Santa Fe.

Daniel Acosta, jefe de tráfico de la línea 59, orienta a sus choferes en la estación Estados Unidos. “Le tenía desconfianza a la salida hacia San Juan, pero está funcionando. De la media hora promedio que nos llevaba cruzar la 9 de Julio, ya estamos en 17 minutos, y eso que los choferes van con cuidado porque no saben dónde están las paradas. Para ellos es mejor: en la calle no tenés más de cuatro metros para la maniobra de ingreso y egreso a las paradas y acá tenés entre diez y 15 metros, la unidad siempre queda cerca del andén y no hay riesgo. Hay que ver qué pasa el lunes cuando se normalice el tránsito”, analiza.

Un punto a tener en cuenta es lo que sucede con los peatones que deben redoblar la atención al cruzar la 9 de Julio, porque ahora el tránsito viene de ambos lados. Y con los automovilistas que circulan por las transversales: ya no pueden usar el “descanso” que daban las plazoletas centrales para detenerse.

Fuente: La Nación