Esta semana estuve en Estados Unidos, junto a la secretaría de Obras de Transporte Manuela López Menendez, manteniendo reuniones con bancos de inversión de ese origen. Entre ellos el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo que financian obras de interés público en diferentes partes del mundo. No es la primera vez que gente de mi equipo y yo vamos a otra parte del mundo a conversar con inversionistas. Gracias a los esfuerzos para convencer a las compañías extranjeras de que Argentina es una tierra de enormes oportunidades, hoy estamos avanzando con las primeras obras de participación pública-privada (PPP) y queremos extenderlo.

Es importante explicar qué es la PPP para quien todavía no oyó sobre ella. Es una modalidad de contrato que permite a empresas privadas financiar obras públicas que luego serán pagadas en un largo plazo (más de 15 años). Esto permite hacer muchas más obras en menos tiempo. Además, el modelo genera incentivos para que las contratistas elaboren los mejores diseños y trabajen con la mayor calidad, dado que los encargados de las obras, también son los encargados de su mantenimiento durante un período prolongado.

Necesitamos del modelo PPP porque hay un montón de cosas por hacer, luego de años de desinversión en obra pública. Esta desinversión de pasado fue el resultado de una mezcla de corrupción, ineficiencia y desidia. Argentina tenía demasiadas rutas inseguras y en mal estado y muy pocas autopistas. Esto está cambiando: entre finalizados, en ejecución y contratados ya hicimos 2.650 kilómetros de autopistas, casi lo mismo que se hizo en 60 años. Pero además, con licitaciones más transparentes y más competitivas, generamos ahorros para el Estado. Hoy un kilómetro de autopista cuesta cerca de 50% menos que en el pasado.

La primera etapa de las PPP viales ya está en marcha y serán 3.300 kilómetros de rutas intervenidas. Empezaron los primeros trabajos en la mayoría de los corredores. Y seguirán nuevos PPP también en trenes y otras áreas.

Pero quiero remarcar un compromiso que venimos desarrollando desde hace tiempo. Estamos reforzando las políticas de integridad y transparencia, para que los mecanismos de control y ética que ya se han instalado en el Estado abarquen también a todas las empresas privadas que quieran trabajar junto al Estado. La corrupción mata. Cada moneda que no es usada en la obra que correspondía, es una autopista que no se hace, una familia que choca de frente en una ruta doble mano, una vida que se pierde y que nunca se tendría que haber perdido.

Hoy la Argentina es otra, la ética acompaña nuestras acciones. Y nuestras acciones están encaminadas al desarrollo de infraestructura de calidad, para un país más productivo y competitivo. Este es el camino a la generación de trabajo genuino.