Todas las familias que viven a los costados de la Ruta Nacional 7 tienen un conocido, un amigo o un familiar que falleció en un choque. Y esto se repite en la Ruta Nacional 5, en la 3, en la 34, en la 14 y la lista sigue.
En la Ruta 7 los vecinos se organizaron hace varios años para pedir la transformación de la ruta doble mano en una autopista. Lo hicieron desde un sentimiento que nacía de su corazón, que es común a todos y que no distingue ideología: el cuidado por la vida. Atravesaron momento de tristeza y desilusión por las víctimas que se sucedían en esta fatídica ruta, sin ninguna solución.
Los autoconvocados nos vinieron a ver apenas asumimos en diciembre del 2015. Les dijimos que en 180 días iniciaríamos la obra de la autopista (separando los sentidos de circulación para eliminar el riesgo de choque frontal) y que nosotros cumplíamos con nuestra palabra. Como gobiernos anteriores no fueron igualmente cumplidores nos pidieron permiso para poner un cartel contador para controlar nuestra promesa. Uno en la rotonda de Chacabuco en el kilómetro 205 y otro en la municipalidad.
Finalmente, alcanzado el plazo, el 10 de junio del 2016, al cartel le sobraban 19 días. Dijimos un plazo y lo cumplimos. Así los habitantes de estas localidades pudieron volver a creer en la palabra de los gobernantes, porque este es un gobierno más abierto, donde los funcionarios están accesibles. Y principalmente, porque le damos valor a la palabra. En todo el país, ya hemos terminado 68 km de autopistas y hoy hay 1.326 kilómetros en ejecución.
La seguridad vial es un pilar fundamental del Plan de Transporte y atraviesa todo lo que hacemos desde el Ministerio. Sabemos que falta mucho. Pero tenemos un plan integral. No queremos más muertes en nuestras rutas y calles.
En este plan de Seguridad Vial está involucrado no sólo el trabajo de control y concientización de la Agencia Nacional de Seguridad Vial sino también el diseño indulgente de nuestras rutas y autopistas, el trabajo de fiscalización que hace Control del Transporte y los municipios con sus propias acciones.
Asumimos en 2015 con una oscuridad total en materia de estadística de siniestros. No sabíamos dónde ni cómo ocurrían los accidentes. Sólo había un Observatorio Vial provincial que funcionaba de forma efectiva; hoy son 17 y tenemos una metodología confiable y seria para producir estadísticas viales. Además hemos incorporado tecnología para la recolección y procesamiento de datos, con georreferenciamiento e integración de diferentes bases de organismos.
Sabemos que es necesario también un cambio cultural en quienes manejan. Llevar casco sobre la moto, usar el cinturón de seguridad (y hacérselo poner a todos los ocupantes del vehículo), usar la silla para menores, ceder el paso a peatones y ciclistas, circular a velocidades permitidas son todas decisiones de conducción que contribuyen a una movilidad más segura. Nosotros como Estado nos hacemos presente con nuestra responsabilidad en lo que nos toca para dar el ejemplo y promover conductas seguras entre la ciudadanía.
Recuerdo con detalles el momento en que uno de los autoconvocados se me acercó con lágrimas en los ojos porque no podía creer que un gobierno cumpliese con su palabra. Ellos habían luchado mucho por esa autopista y lo vivieron con una emoción inexplicable. Estamos haciendo las obras y acciones que cambiarán la calidad de vida de la gente. Para cerrar quisiera tomar unas palabras de los propios autoconvocados: ningún sueño es demasiado grande ni ningún soñador demasiado pequeño.