El jueves estuve en Santa Fe, una de las provincias en que más obras se están haciendo. Y lo que se comprueba es que Santa Fe es un excelente ejemplo del círculo virtuoso de la economía: las obras de infraestructura reducen costos para los emprendedores y productores, estos acompañan con mayor inversión, ésta dinamiza la economía y genera trabajo de calidad y el resultado es que el país es más productivo y la gente vive mejor. ¿Y por qué digo que la provincia de Santa Fe es un gran ejemplo? El complejo portuario que se extiende entre la ciudad de Santa Fe y Rosario es uno de los mayores exportadores de granos del mundo
Porque pensamos en la productividad de la Argentina cambiamos una normativa para permitir que los camiones sumen un eje más y pasar así de cargar 45 toneladas a 52. Además permitimos una nueva configuración de camión que se llama bitren que permite cargar aun más y reducir los costos logísticos un 20%, además de tener una tecnología para la seguridad impresionante (frenos ABS y EBS, sistema de estabilidad electrónicos etc). Lo interesante del círculo virtuoso es que este cambio de normativa impulsó fuertemente a fábricas de camiones y semirremolques, muchas en Rosario. En el viaje visitamos a Vulcano que empezó siendo una empresa familiar y que ahora está invirtiendo 1,7 millones de dólares en un nuevo robot industrial, que va a agilizar muchísimo la producción y que va a sumar nuevos puestos de trabajo calificados para manejarlo. Hoy producen un semirremolque que tiene componentes nacionales en un 90%. Empezaron con 12 empleados; en el 2017 tenían 100; hoy tienen 125 y esperan tener 200 en el 2019.
Cada paso que damos, cada mejora que hacemos, es un nuevo puesto de trabajo para un argentino. Pero también son más alternativas para conectarnos mejor. El aeropuerto de Rosario está viviendo un enorme crecimiento de sus vuelos. Esto mismo ocurre en todo el país. ¿Y saben por qué? Porque tarifas más bajas y más alternativas generan un nuevo perfil de pasajero aéreo. Personas para quienes volar era sólo un sueño, ahora lo están pudiendo hacer. En la visita a Rosario quise conocer a Walter que se subió por primera vez a un avión con su esposa Carolina y su hijo Alán para descubrir las Cataratas del Iguazú. Era un vuelo de Aerolíneas Argentinas. La emoción de Walter y de Carolina era impresionante. Pero, sobre todo, la emoción de Alan que es fanático de los aviones y que nos dijo que cuando sea grande quiere ser piloto. Estoy seguro que dentro de 15 o 20 años, cuando Alan empiece a dar sus primeros pasos para hacer realidad su vocación, va a tener muchas más chances de desarrollarla. Ese es el motivo por el que estamos haciendo esta enorme transformación.