El viernes fuimos a Pilar donde se está terminando la pavimentación y mejora de la ruta 234 entre la ruta 8 y Derqui. Hoy el transporte público circula por asfalto donde antes había una ruta destrozada, llena de pozos, donde el colectivo se movía con dificultad y demorado por esquivar los cráteres, donde no había refugios, las paradas no estaban señalizadas y no había buena iluminación. Antes había tierra, barro, y los días de mucha lluvia algunos vecinos ni se animaban a salir; hoy hay asfalto, desagües, nuevas veredas y nunca más charcos intranstiables. Antes había un solo carril por sentido, lo que la hacía insegura: hoy hay dos carriles por sentido más una dársena para colectivos. La realidad es otra.
No se imaginan el afecto con el que nos recibieron los vecinos de la zona que sienten que esta obra les cambia la calidad de vida. Y nosotros aprendemos mucho de los vecinos, por eso quisiera destacar dos casos especiales.
Oscar y Luci, una pareja muy amabale (los de la foto) nos recibieron en su casa y nos contaban lo sorprendidos que estaban porque no era un simple bacheo, una obra superficial, como la que se hacía en el pasado. Era, en sus palabras, una obra espectacular que le cambia la cara al barrio. Y nos repetían una y otra vez lo agradecidos que se sentían y el asombro que tenían frente a que las obras se estuvieran terminando en los plazos comprometidos. Fíjense a lo que nos acostumbraron las gestiones anteriores que la gente se sorprende cuando se termina una obra!
Y el siguiente caso me pareció maravilloso, porque es un ejemplo de cómo cuando el Estado hace las obras, las personas también se esfuerzan para mejorar sus comercios, sus frentes, para hacer su propia contribución a la mejora del barrio y para acompañar el crecimiento. Fíjense. Patricio tiene un hotel en Derqui hace 6 años. Nos contó que cuando vio que la nueva ruta 234 no era una promesa sino una realidad, todos los comerciantes y vecinos se vieron incentivados a reacondicionar sus frentes para que estén acorde con el entorno. Patricio se tomó muy en serio la necesidad de embellecer el frente de su hotel y contrató una arquitecta paisajista para que hiciera un sector verde en la entrada, colocase palmeras y plantas, pusiera nueva iluminación, asfaltase la entrada del estacionamiento al restaurante, cambiase la cartelería y, en definitiva, renovase completamente el frente de su establecimiento. Nos contaba el dueño de este hotel que la calle está impecable, que la iluminación es importantísima porque da seguridad y vida al lugar, que la circulación es más ordenada, que se controla más la velocidad y que, en definitiva, a los derquinos les hacía mucha falta. Esto es lo que digo siempre: si el Estado hace las obras, las personas hacen su propia contribución para superarse, para crecer en su comercio o en su vida laboral. [lightbox link=»http://www.guillodietrich.com/wp-content/uploads/2017/09/WhatsApp-Image-2017-09-15-at-13.27.19.jpeg» thumb=»http://www.guillodietrich.com/wp-content/uploads/2017/09/WhatsApp-Image-2017-09-15-at-13.27.19-472×295.jpeg» width=»472″ align=»left» title=»WhatsApp Image 2017-09-15 at 13.27.19″ frame=»true» icon=»image»]
Y estamos terminando obras iguales a ésta en 15 municipios distintos del conurbano; el presidente Macri se comprometió a que para el 2019 se habrán pavimentado 500 kilómetros de calles de tierra y en mal estado por donde circula el transporte público en todo el conurbano. Son obras que se deberían haber hecho hace mucho tiempo, pero la desidia, la ineficiencia y la mala gestión de gobiernos anteriores lo impidió. Las cosas cambiaron y los vecinos lo pueden ver: ya no son parches o reparaciones superficiales como antes, son obras estructurales que le cambian la vida a la gente. Ese es nuestro compromiso: estamos haciendo lo que hay que hacer.