Cuando estoy en la calle o recorriendo obras, es común que se me acerquen vecinos a preguntarme por qué se prioriza tal modo de transporte y no tal otro; por qué se hace tal obra y no tal otra. Cada uno pregunta por un medio de transporte distinto. Mi respuesta es siempre la misma: todas las formas de movilidad son importantes, todas deben ser desarrolladas. Justamente, el problema sería concentrarnos en un único modo y desatender la enorme diversidad de desplazamientos, con diferentes distancias y propósitos, que se despliegan en una localidad. La idea es multiplicar las alternativas.
Así llegamos al concepto de multimodalidad: la forma más inteligente de moverse en una ciudad es combinando los distintos modos de movilidad disponibles, buscando la combinación más eficiente según la distancia y el propósito del viaje. Pero esto debe ser fomentado desde la planificación.
En el mundo, una gran postal de la multimodalidad la entrega el puente Erasmus en Rotterdam, Países Bajos. Con un largo de 800 metros, atraviesa el canal Nieuwe Maas para conectar el norte y el sur de la ciudad. ¿Qué es lo ejemplar de este puente atirantado? Dispone de un espacio de calidad para cada uno de los modos de movilidad: el peatonal, el ciclista, el automotor y el transporte público (tren ligero, en este caso). Es interesante también que la distribución del espacio es equitativa: 2,45 metros para los peatones, 2,6m para los ciclistas, dos carriles para autos de 2,8m cada uno y un carril de transporte público de 3,15m. Todo esto duplicado luego para el sentido contrario.
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Al inaugurarse, muchas personas sostenían que al auto no le habían entregado la cantidad suficiente de carriles, dado que su sección se congestionaba rápidamente. Las autoridades respondieron que el problema no era la cantidad de carriles asignados sino una característica propia del auto: ocupa mucho espacio para la cantidad de gente que transporta. Con el tiempo, los usuarios que podían prescindir del auto se pasaban a los otros modos en busca de evitar los embotellamientos y optimizar su viaje. El resultado de este acomodamiento fue que todos los carriles fluyeron mejor, inclusive los del automóvil. Con esto es válido preguntarse: ¿en Holanda hay infraestructura para la bici porque hay muchos ciclistas o, a la inversa, la multiplicación de los ciclistas fue inducida por la construcción de infraestructura para ellos?
El puente Erasmus ilustra un cambio de paradigma: se pasó de un modelo en que se planificaba sólo para el vehículo particular y las demás formas de movilidad debían acomodarse, hacia el modelo multimodal en que todas las formas de movilidad adquieren jerarquía propia.